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24 noviembre, 2020La Deuda Externa en América Latina como Mecanismo de Dominación Imperial

El sistema capitalista ha operado en cada momento histórico bajo la configuración de un orden económico que garantice su proceso de acumulación, reproducción y expansión, a través de una división internacional del trabajo diseñada para que los países operen en función de tales intereses, mediante la imposición de múltiples mecanismos e instrumentos de dominación aplicados por sus respectivos actores en el escenario mundial.
Durante el siglo XX asistimos a un vertiginoso proceso de transnacionalización del capital monopólico industrial, posteriormente desplazado por un sector financiero especulativo que pasó a comandar las relaciones económicas internacionales, a partir del posicionamiento del dólar como la divisa que monopolizaría las transacciones que allí se realizan.
Esa dinámica generó unas características estructurales en los sistemas económicos de los países subdesarrollados, mediante un relacionamiento centrado fundamentalmente en actividades dirigidas a la extracción y semiprocesamiento de materias primas para alimentar los procesos productivos en el ámbito internacional, ocasionando unos niveles de vulnerabilidad externa muy sensibles.
A mediados de la década de los 70, la economía internacional resultó afectada por una recesión, la cual impactó directamente a toda América Latina. En tales circunstancias, el exceso de liquidez provocado por las enormes cantidades de petrodólares colocados en los centros financieros internacionales no podía canalizarse hacia los mercados de los países desarrollados.
Para “resolver” esa coyuntura, la banca internacional volteó su mirada hacia el tercer mundo, ofreciendo todo tipo de facilidades para un masivo y excesivo otorgamiento de préstamos, lo que sin embargo significó una desmejora en sus perfiles financieros, al sustituirse las fuentes con plazos largos y tasas de interés razonables por otras que resultaron ser más desventajosas y a plazos mucho más cortos. En estas circunstancias se inicia una nueva etapa de dominación imperialista sobre la región.
La suspensión del pago del servicio de la deuda externa por parte de México, en 1982, produjo el estallido de la crisis en América Latina, provocada por la recesión mundial y la repentina alza de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de EEUU.
Esta situación profundizó el deterioro de los términos de intercambio y generó un brusco incremento del servicio de la deuda, con el consecuente cierre de todas las fuentes de financiamiento externos y una inusitada fuga masiva de capitales; ocasionando todo ello una enorme transferencia de riquezas hacia los centros hegemónicos del sistema.
Unos países sobre endeudados, con enormes déficit en sus balanzas de pago, sin reservas internacionales y con unos niveles de inflación galopantes, tuvieron que acudir forzosamente al FMI para acceder a nuevos mecanismos de renegociación financiera, pero ahora bajo las drásticas condiciones impuestas por ese organismo a través de programas neoliberales de ajustes macroeconómicos para garantizar el pago de la deuda y la estabilidad del sistema financiero internacional.
Desde luego, las crisis que se desataron cabalgaron sobre las fallas estructurales de unas economías incapaces de hacer frente a las nuevas condiciones impuestas para “competir” exitosamente en los mercados internacionales.
Estas estrategias blindaron los planes diseñados por el mal llamado “Consenso de Washington” para alcanzar sus objetivos en la región, donde las deudas externas terminaron convirtiéndose en eternas, a través de unos perversos mecanismos de dominación que ocasionan severos estragos económicos y sociales en nuestros pueblos.
Es evidente que actualmente la región no se encuentra vacunada para hacer frente a las volatilidades propias de este tipo de mercados especulativos. Más aun, la actual pandemia que azota a la humanidad entera amenaza también con provocar una crisis de deuda de dimensiones similares a la descrita anteriormente, debido a que las masivas medidas de distanciamiento social han ocasionado una importante afectación en las actividades económicas a escala mundial, agravando una recesión que ya se venía manifestando con varios matices, la cual afectará las cuentas del sector externo de nuestros países.
En los últimos años hemos venido observando con preocupación cómo algunos países de la región han incrementado significativamente sus niveles de endeudamiento externo, superando incluso el 50% en relación al PIB. Ello, sin lugar a dudas, tendrá un impacto en las cuentas fiscales y de balanza de pagos, incidiendo directamente en las calificaciones de riesgos de los títulos de deuda que se emiten y cotizan en los mercados primario y secundario, afectando las condiciones financieras en sus transacciones; con el agravante que los recursos obtenidos suelen terminar entrampados en la reestructuración de las deudas soberanas, intentar (infructuosamente) satisfacer el carácter especulativo de los compulsivos e improductivos mercados cambiarios y evitar la fuga masiva de capitales.
Camilo Rivero
Economista
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