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Cualquier estudio, encuesta o sondeo de opinión que se haga en este momento en Venezuela acerca de cómo está la situación, seguro arrojará como factor común que todos y todas estamos viviendo circunstancias sumamente difíciles, muy especialmente en lo que tiene que ver con la economía. Todas y todos, especialmente quienes vivimos de un sueldo mensual, sabemos muy bien las inmensas dificultades que tenemos que sortear para asegurar la vida familiar y personal ya que el dinero no alcanza y los precios de los productos suelen ser inaccesibles. La lucha por resolver los problemas de la vida del “día a día, se ha convertido en un asunto de primer orden al cual le tenemos que dedicar gran parte de nuestra energía vital. Las consecuencias de estos factores son sumamente dañinas ya que impactan directamente en la vida cotidiana y en nuestra convivencia, muy especialmente en la dinámica de las familias y en la subjetividad más profunda de cada quien.
Las causas fundamentales en este contexto, obedecen inequívocamente al asedio que vive nuestra Patria, sobre la cual los centros imperiales han desatado un feroz ataque que tiene como objetivo fundamental, derrumbar al gobierno constitucional y acabar con la Revolución Bolivariana. Se trata de una guerra no convencional y multiforme, la cual tiene como centro la economía y las operaciones psicológicas. En la primera dirección, se ataca desplegando un bloqueo económico y financiero implacable que impide al país realizar las importaciones que requiere para satisfacer diversas demandas de la población, al tiempo que también se bloquean las posibilidades para obtener y renovar créditos y cumplir con pagos y obligaciones. Junto con todo ello, el sostenido ataque a la moneda y la manipulación permanente de factores económicos que contribuyen a generar y a mantener una inflación desmedida.
En la segunda dirección, Venezuela es blanco permanente de una guerra psicológica desarrollada a través de la comunicación que circula por las redes y medios audiovisuales e impresos. Todo ello evidenciado en la manipulación de la información, las noticias falsas, los rumores y en general, una campaña nacional e internacional negativa desarrollada en forma casi obsesiva en torno a Venezuela con el propósito de alterar y manipular la psique individual y colectiva de la población venezolana. Uno de sus objetivos principales es generar una percepción social que culpabilice y responsabilice al gobierno de la difícil situación económica, de todo lo negativo que ocurre, fabricando los peores presagios. Se añade en esta estrategia, la intencionalidad de conformar matrices que tipifiquen al gobierno como una dictadura que viola los derechos humanos de la población y es el causante de una crisis humanitaria, estimulando una emocionalidad que enfatiza frustración, ira y desesperanza en el venezolano.
Sobre estas cosas ya se han expresado numerosos expertos, investigadores y estudiosos tanto de la economía y de la psicología así como también quienes son responsables de la seguridad y defensa de la Nación. En ese sentido, podemos decir que hemos avanzado bastante en el estudio de estos asuntos tan delicados y complejos. Vemos también como buena parte de nuestra población ha desarrollado una sólida conciencia en relación con esta guerra multiforme aplicada contra Venezuela que, dicho sea de paso, viola todas las convenciones y tratados, inscribiéndose en el ámbito de la más grosera injerencia, violación de la soberanía de un país y trasgresión del derecho internacional. Los efectos de esas operaciones psicológicas han generado un inmenso daño y es innegable que hay venezolanos y venezolanas que comparten visiones, percepciones y sentimientos que responden a las matrices negativas que el imperio y sus agentes locales han creado en torno al gobierno y la Revolución Bolivariana.
Estamos todavía lejos de lograr desarrollar un verdadero escudo que integre tanto el desarrollo de una máxima conciencia en la mayoría de la población, así como de una institucionalidad del Estado, estratégicamente alineada frente a estos ataques y que logre neutralizar buena parte de sus efectos. Al respecto, creemos que es absolutamente necesario desarrollar campañas y procesos comunicacionales intensivos que vayan mucho más allá de la propaganda y la difusión y se conviertan en verdaderos procesos de concientización en torno a la guerra que enfrentamos. Asimismo, será también necesario que todas las instituciones públicas cuenten con una sólida formación al respecto, la cual les permitan incluir en sus políticas, estrategias para enfrentar los ataques y los efectos que estos producen en la población.
Las experiencias vividas por otros países como Cuba, Nicaragua, Viet Nam, Siria o Irán para mencionar algunos ejemplos que han sido y son centro del ataque imperial nos enseña que esta guerra se extenderá por mucho tiempo más. Pero también nos deja como aprendizaje que la victoria se alcanza, en la medida que los pueblos desarrollen al máximo su conocimiento, conciencia y voluntad de ser libres e independientes.
Fernando Giuliani
Psicólogo Social
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