A pesar del bloqueo, Venezuela aumenta su capacidad hospitalaria
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5 agosto, 2020El aleteo de las mariposas estremece la geopolítica mundial
Los pueblos no se miran nunca en el espejo
…y menos con una guerra entre las cejas
(Carlos Ruiz Zafón, La Sombra del Viento)
Desde mi ventana observo cientos de mariposas amarillas que van y vienen en las ráfagas de un viento suave. Por un momento pienso en la teoría del caos y su postulado que el aleteo de una de ellas puede originar un huracán al otro lado del mundo. Así, en la geopolítica mundial, el proceso revolucionario bolivariano en los albores del siglo 21 se entrecruzó con el ascenso del Dragón chino como poder mundial, el retorno del Oso ruso como superpotencia, el fortalecimiento de la Luna Creciente iraní como potencia regional, la rebelión iniciada del patio trasero latinoamericano y caribeño, el despertar de África y el desplazamiento del eje geopolítico mundial imperante por 500 años del centro Atlántico al Pacífico. Nuevos actores reclamando nuevas reglas de juego, otras estrategias y el anuncio claro y fuerte del término del orden internacional de posguerra y consecuentemente el inicio del declive de la hegemonía estadounidense. América Primero es el grito agónico de un gigante herido de muerte. El caos creador está en movimiento y el orden internacional constituido, trata en vano de contenerlo. De hecho, la pandemia que asola el mundo es un acelerador de ese proceso de decadencia.
El ministro de exteriores ruso Serguei Lavrov bien lo dijo recién, Estados Unidos hace todo lo posible para desvincularse de toda obligación multilateral internacional, con tal de no perder el papel hegemónico mundial. Para ello aplica el principio que claramente enuncia el jurista Bruno Simma, “…conozco el derecho, lo lamento, pero tengo que infringirlo, no puedo actuar de otra manera”. Por eso, se desvincula de los incómodos tratados ambientales como hizo con el Acuerdo de París; amenaza a su aliado europeo alemán por hacer negocios gasíferos con Rusia para la construcción del Nord Stream 2; acorrala a la Organización Mundial de Comercio que ayudo a impulsar décadas atrás con la visión de globalización económica ante su menor competitividad con China; anuncia que se desliga del último Acuerdo Salt de limitación de armamentos balísticos nucleares de alcance medio (INF), vigente hasta enero de 2021 para poder desarrollar nuevos sistemas de armas que rompan el equilibrio estratégico con China y Rusia; promueve grupos terroristas en Medio Oriente y practica la doble moral y la realpolitik con el discurso moralizador de los Derechos Humanos dirigido con propósitos desestabilizadores como hace en los casos de Venezuela o Bielorusia, mientras con aliados estratégicos como Colombia se hace la vista gorda ante las 34 masacres que van cometidas en dos años de gobierno del presidente Iván Duque. Ni que decir de su propia situación interna caracterizada por pobres políticas sociales, la violencia racial y la violación de derechos elementales por parte de los cuerpos de seguridad y orden público.
Estados Unidos frente a la comunidad internacional ha dado vida a una nueva categoría, la clasificación de Estado Truhán, que define aquél que vive del engaño, la estafa, el pillaje, la astucia y el latrocinio. Se vale del Derecho Internacional cuando le conviene y lo vapulea cuando le viene en gana, sea porque pierden ventajas sus corporaciones transnacionales o evalúa que tal o cual situación perjudica sus intereses estratégicos que califica de seguridad nacional, una frase comodín, elástica como la goma de mascar que da para cualquier cosa; desde sacar del mercado a competidores globales como Huawei o Tik Tok al ser un Estado corporativo, hasta derrocar gobiernos y emprender invasiones militares con la ayuda de convenientes fake news y la siempre dispuesta colaboración de sectores internos de la derecha desde Bogotá a Varsovia pasando por Caracas. Con el ropaje discursivo de la ideología neoconservadora y la prédica neoliberal se tiende un velo que encubre el propósito de mantener la dominación y hegemonía que se escapa ante la complejidad propia de un sistema global e interdependiente con varias lecturas. unas partiendo desde el multilateralismo de tinte progresista; otras definiéndose como socialistas y finalmente las que buscan afianzar el estatus quo de un orden imperial con Estados Unidos como hegemón.
Cercar en el traspatio de forma amenazante; avanzar por momentos de frente y luego, a los costados; recurrir a medidas coercitivas unilaterales, mal llamadas sanciones utilizando para ello el arsenal de recursos financieros y militares disponibles, zafados de las cortapisas del Derecho Internacional y el principio de convivencia pacífica; inventar nuevas formas de hacer la guerra y de repente un gesto amistoso, son todas acciones de la estrategia imperial en el ajedrez de la geopolítica mundial. La Doctrina de la flexibilización nuclear frente a Rusia, la Contención a China o la Monroe remozada para América Latina y el Caribe enmarcan los ejercicios militares estadounidenses en el Mar Meridional de la China para rodearla; la nueva carrera espacial para apropiarse de los ingentes recursos minerales planetarios con el proyecto Artemisa y el abandono en la práctica del principio de patrimonio común de la humanidad; el bloqueo a la implementación de la iniciativa china de la Ruta de la Seda por lo cual convenientemente se calientan las zonas de fricción en Cercano y Medio Oriente y también, el Sudeste Asiático, a la vez que se incorpora una nueva zona de tensión en el Polo Ártico, por donde pasaría la Ruta Polar que conectaría China con el puerto de Rotterdam en los Países Bajos, bordeando los llamados países nórdicos. De allí el persistente interés estratégico por adquirir Groenlandia, que posee además ingentes recursos mineros y energéticos que empieza a revelarse con el avance del cambio climático.
Estados Unidos pese a sus intentos por meter una cuña en la natural alianza estratégica entre China y Rusia, insistiendo para ello que ésta última participe de la cumbre virtual del G20. Nada quebranta la relación entre ellos, que avanzan juntos en agendas comunes y por separado en movimientos bilaterales que descolocan a la diplomacia militarista estadounidense. Así para sacudirse el grillete del dólar, herencia del orden financiero de la posguerra, avanzan en establecer sistemas propios de pagos, compensaciones en sus propias monedas y empujan el rediseño del sistema financiero mundial sin anclaje al dólar.
Es un hecho la buena relación entre Rusia e Irán, una alianza común de equilibrio de fuerzas frente a las amenazas de Estados Unidos y las presiones de Europa, que pasa además por el apoyo iraní a Siria, pieza clave en la región y estrecho aliado de Rusia. Este anillo de alianzas se ha consolidado al conocerse que luego de largas negociaciones secretas se ha firmado un acuerdo de asociación estratégica entre China e Irán que abarca un centenar de proyectos en infraestructura, comunicación, energía, zonas portuarias en el Golfo Pérsico, cooperación militar y tecnología por un monto de 400 mil millones de dólares en 25 años. El mayor acuerdo de su tipo firmado entre dos Estados. Un golpe directo a la alianza incondicional entre Estados Unidos e Israel y un cambio en el equilibrio regional que opaca el alcance de la jugada por los costados que buscaba el acuerdo propiciado por la diplomacia del presidente D. Trump al restablecer las relaciones diplomáticas entre Emiratos Árabes e Israel. Las piezas en apariencia inconexas se alinean Moscú-Pekín-Teherán hacen frente a fuerzas que son adversarios comunes.
En este contexto bien podemos colocar a Venezuela objeto de una permanente y continuada escalada de agresiones que llevan ya dos décadas, en clara violación de la Carta de Naciones Unidas y los principios de autodeterminación de los pueblos, respeto a la soberanía y no injerencia en los asuntos internos. Junto a las equívocamente llamadas sanciones, las medidas unilaterales coercitivas que suman más de 150 abarcan casi todas las facetas de la vida del país, desde el comercio a la salud y la alimentación. También se suma a esto, las maniobras militares disfrazadas de operaciones antinarcóticos en el Caribe Oriental y el apoyo a grupos terroristas que operan desde Colombia. Derrocar al régimen constitucional bolivariano y eventualmente intervenir militarmente tiene el propósito en el marco de la geopolítica mundial de enviar una clara señal al resto de la región y el ascenso de potenciales gobiernos progresistas acerca de la orientación ideológica a seguir. También impedir el relacionamiento de los países latinoamericanos y caribeños a la ruta oceánica de la Seda y empujar la salida de China y Rusia de la región, por lo cual apoyó cuando no promovió la nueva modalidad de golpes parlamentarios y judiciales desde Mel Zelaya en Honduras, pasando por Lula en Brasil, hasta el más reciente de Evo Morales en Bolivia, En todos los casos anotados el papel de la Organización de Estados Americanos ha sido un brazo ejecutor que ha validado las situaciones de facto surgidas.
Frente a las agresiones y juegos de guerra, Venezuela con una activa diplomacia bolivariana en pro de la paz, tanto en foros multilaterales como en el marco del bilateralismo ha sabido sortear las grandes dificultades y amenazas fortaleciendo lazos estratégicos con Rusia, China y más reciente Irán. Resulta improbable que la Venezuela Bolivariana y socialista tenga cabida en el orden geopolítico imperial heredado de la posguerra, por eso que junto a Cuba y Nicaragua, con las diferencias que son propias a cada proceso histórico aboguen por la construcción de otro sistema internacional y su expresión en un orden geopolítico mundial, multipolar, fundado en el respeto al derecho internacional y la convivencia pacífica entre los pueblos del mundo.
Francisco Rodríguez
Politólogo y analista internacional
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