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11 mayo, 2022La Revolución Bolivariana en la nueva época de transición al Socialismo
En su mensaje anual a la nación del 15 de enero de 2022, desde la Asamblea Nacional, el presidente Nicolás Maduro anunció que durante el período 2022-2030 entraríamos en una nueva época de transición al socialismo. Este lineamiento resulta trascendental para el proceso bolivariano, como una necesaria y expresa reafirmación sobre la continuidad del proyecto histórico que nos ha correspondido liderar, en el marco de la actual encrucijada civilizatoria en que se encuentra la humanidad entera.
Ello es así, considerando que las profundas heridas ocasionadas por la guerra económica pudieran hacer flaquear, dudar, tirar la toalla o hasta saltar la talanquera a parte de las bases del chavismo, producto del cansancio, desgaste o las incomprensiones que suelen provocar este tipo de escenarios conflictivos. En este sentido, bajo ningún concepto el abordaje de las duras dificultades existentes deberían poner en entredicho nuestras convicciones sobre la permanencia de la revolución bolivariana.
Sin embargo, ante esa posibilidad latente se requiere la mayor coherencia posible entre el discurso y la gestión de gobierno, a los fines de no generar confusiones ni desconciertos contraproducentes en nuestro pueblo, para lo cual resulta imprescindible desarrollar una paciente y sistemática pedagogía política que nos permita entender con claridad el significado, características y manifestaciones propias del carácter esencialmente transicional de la V República, signada por las contradicciones y confrontaciones de distinta índole entre las fuerzas en pugna (transformadoras vs conservadoras), a los fines de dilucidar el signo y ritmo hacia donde se está enrumbando la nación venezolana.
Así las cosas, un aspecto que debemos evitar a toda costa es caer en la tentación facilista de sucumbir ante un pragmatismo político y económico que pudiera hacernos perder la perspectiva sobre el horizonte prospectivo que aspiramos transitar como sociedad. Para ello, el mejor y más efectivo instrumento que tenemos a la mano es, sin lugar a dudas, el Plan de la Patria 2019-2025, como la carta de navegación que nos permitirá conjugar adecuadamente las estrategias y acciones en el corto, mediano y largo plazo, de manera que podamos atender oportunamente las distintas coyunturas que se presenten en el camino, sin extraviarnos en la construcción del proyecto socialista bolivariano.
Luego de los muy severos estragos generados durante los últimos 8 años en la sociedad venezolana, todo parece indicar que estamos viendo la luz al final del túnel. Algunos agregados macroeconómicos así lo auguran, en especial la tendencia favorable de la estabilización del tipo de cambio y la inflación, el incremento de la producción petrolera y el crecimiento económico. Sin embargo, uno de los principales desafíos que estarían aún por resolver, es asumir con determinación y de manera impostergable la reversión de las indeseables inequidades y asimetrías que se han producido en la distribución regresiva de la riqueza nacional.
En ese orden de ideas, debemos hacer un esfuerzo supremo por restituir progresivamente la normalidad en la cotidianidad de la dinámica social, haciendo especial énfasis en satisfacer las necesidades básicas de la población y, a partir de allí, generar mejores condiciones para encauzarnos hacia el buen vivir.
Para tales fines, el Estado debe continuar avanzando en su proceso de transformación revolucionaria, pasando de ser una simple instancia en la redistribución del ingreso nacional (a través de su función fiscal) para atribuirse la rectoría, conducción y actuación estratégica en un nuevo sistema económico productivo con características transicionalmente heterodoxas, coordinando, a su vez, la efectiva participación e interacción de los agentes privados y sociales (incluyendo los comunales), donde cada quien cumpla su rol en función de los objetivos que persiga, pero bajo la premisa común de ir perfilando una economía solidaria.
Este novedoso enfoque implica impulsar, sin vacilaciones de ningún tipo, la consolidación de la economía comunal, asumiendo como gran apuesta estratégica la creación y acompañamiento de los injertos productivos, en sus respectivas escalas territoriales, lo cual necesariamente pasa por una reforma general y profunda del Código de Comercio, a los fines de adecuarlo a las realidades y dinámicas económicas propias de este siglo XXI, así como en correspondencia con la visión del proyecto bolivariano.
Un elemento que resulta crucial para darle viabilidad y sostenibilidad al cumplimiento de estos supremos objetivos es derrotar definitivamente la evasión fiscal que ha reinado durante más de un siglo en nuestro país, como una de las nefastas herencias del modelo rentista petrolero que nos impusieron, sobre todo cuando el gobierno bolivariano debe acometer las grandes inversiones públicas requeridas para impulsar el desarrollo económico y social de la nación.
Todo lo anterior contribuirá notablemente a la estabilidad política imprescindible para recomponer las fuerzas revolucionarias en las bases populares, de cara a un escenario electoral presidencial que tenemos a la vuelta de la esquina y que requiere la necesaria unidad estratégica para alcanzar una victoria contundente que nos permita continuar avanzando en un proceso dialéctico de largo aliento, con grandes complejidades y enormes dificultades, en cada momento de su devenir histórico.
Por: Econ. Camilo Rivero
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