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(Prensa IVPA/29-03-2023).- Como parte del Plan de Formación Masiva en Planificación Popular que adelanta el Ministerio del Poder Popular de Planificación, se desarrolló el curso “Desafío Histórico de la Juventud Venezolana en la Construcción del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI”.
Durante la jornada, desarrollada a través de la figura del Aula Virtual, en la cual se inscribieron 68 mil personas, el psicólogo social Fernando Giuliani, investigador del IVPA, presentó la ponencia “Identidad Nacional, Compromiso Político y Proyectos de Vida de la Juventud Bolivariana”, desde la cual invitó a revalorizar nuestra identidad nacional, principalmente a la juventud venezolana.
“La identidad nacional es una construcción histórica. Venezuela nace como república luego de 300 años de una imposición violenta, saqueadora, que generó unas consecuencias devastadoras y sobre esa base, surge el proyecto de la República, no exento de contradicciones y con esa pesada carga de conquista, saqueo y colonización. Eso nos está mostrando permanentemente la necesidad de liberarnos, de deslastrarnos, y va a seguir siempre, a lo largo del siglo XX, marcado además por el elemento petrolero que no solo generó un impacto en la economía, sino que también codificó a la sociedad, de acuerdo a ciertas pautas culturales, y allí está el tema de la identidad”, expresó el ponente al inicio de su disertación.
Explicó que esa identidad nacional, como en toda sociedad que surge de la conquista y la colonia, lleva el lastre de una suerte de complejo, desvalorizada, subestimada, que se expresaba en la negación de muchos de los aspectos constitutivos de la identidad nacional, y que no solo destacaba los aspectos negativos, sino que además, trivializaba los aspectos positivos.
“Cuando los estudios mostraban los resultados de cómo se autopercibían, en su mayoría, los venezolanos y las venezolanas; o qué pensaba o cómo caracterizaba al “ser nacional” encontrábamos conceptos de chistoso, risueño, indolente, indisciplinado, buena gente. No son malos términos, pero cuando se ponía en comparación, por ejemplo, con identidades de otras latitudes, de esas se decía trabajadores, inteligentes, previsivos. Era una identidad nacional que desvalorizaba lo propio, desvalorización que no es ingenua, sino que está en comparación con un modelo. Y eso se trasladó a la clase social”, expuso Giuliani, agregando que así no sólo se colonizó el territorio, también se colonizó la cultura y se colonizaron nuestras mentes.
Una revolución que también es cultural
El expositor rememoró que a lo largo del siglo XX, el capitalismo periférico nos hizodependientes y conformistas, y llegamos a las décadas de los años 80 y 90 con el modelo neoliberal. “Cuando llega al poder político, el comandante Hugo Chávez comenzó a materializar la Revolución Bolivariana, retomando esa pugna histórica”.
El comandante Chávez apuntó a una revalorización de la identidad nacional, -aseguró-, “que no es una consigna, un eslogan ni una anécdota, sino que es conciencia profunda, y hoy los estudios que necesitamos hacer, estoy seguro, nos están hablando ya de una identidad nacional bien distinta o, por lo menos, bastante diferente a como la teníamos a finales del siglo XX”.
Insistió en que esa conciencia que ha venido acompañando a la revolución por elevar el orgullo de ser venezolano, de pertenecer a Venezuela, tiene que ver con eso de que no se puede amar lo que no se conoce. “Conocer nuestra historia, nuestra geografía, encontrarnos en nuestro ser cultural, tiene que ser desde la conciencia viva, ese amor a la Patria no puede ser anecdótico”.
Agregó que en el centro de la identidad nacional, está el elemento de la soberanía. “Piensen, qué vulnerable es un pueblo que tiene una identidad nacional desvalorizada, qué vulnerable es ante la pérdida de la soberanía. No hace falta que te dominen por la fuerza, como bien lo dijo el Libertador. Abre todas las puertas para que tú vivas enajenado de lo que eres, y además, no te resistas a ello, peor aún, desees ser como ellos, como dice el gran Eduardo Galeano, porque no es un elemento exclusivo de Venezuela, es propio de toda Latinoamérica”.
¿Qué es ser joven venezolano hoy?
Se preguntó el ponente: ¿Cómo se siente hoy ser venezolano, siendo jóven? ¿Cuál es la identidad nacional, cuál es la historia, cuál es la geografía que yo manejo? ¿Cuál es ese amor a la Patria? No basta con expresarlo, o con sentirlo con cierto fervor, es mucho más que eso.
Destacó, “¿cómo asume la juventud la soberanía? Por que no es juego la soberanía, y lo hemos visto en los últimos años. Se había llegado casi a adormecer ese sentido de soberanía, y así se entregan las riquezas, así se entrega la autonomía, desde el poder político, incluso”.
¿Cómo se integra este asunto de la identidad nacional al proyecto de vida? ¿Cuáles serán los prototipos ideales hoy? Porque la identidad nacional te da prototipos ideales, modelos, de un grupo o de una persona, sentimos identificación con eso. Y claro, ¿cuáles son las figuras positivas con las que me identifico? La sociedad te lo va dando, y cada sociedad te lo da de acuerdo a su propio modelo político. En la sociedad estadounidense, modelos como los Rambo, son modelos prototípicos. ¿Cuáles son los nuestros? Porque eso tiene que ver también con la identidad nacional.
Explicó Giuliani que “la guerra no convencional, entre sus múltiples objetivos, desde el punto de vista poblacional, tiene dos blancos fundamentales, los más sensibles: la mujer y la juventud”.
Apuntan a la juventud por su fuerza, su idealismo, su irreverencia, que siempre le va a llevar a encarnar el cambio, y esa fuerza hay que aprovecharla en términos de guerra. No es casual entonces lo que vimos en el 2014 y 2017, la imagen del joven que “iba a buscar la libertad”, las protestas que sirvieron de excusa para las guarimbas. No estoy diciendo que esos jóvenes fueron unos robots, o tontos que se dejaron llevar, es bastante más complejo que eso. Pero, fueron producto de una guerra, y lo siguen siendo.
¿Qué más genera la guerra?
Giuliani resaltó que esta guerra no convencional apunta a la pérdida de la esperanza. Si algo costó trabajo, en ese final de siglo que comentamos antes, donde cundía la desesperanza, en una Venezuela arrodillada y entregada a aquel modelo neoliberal, fue restituir la esperanza.
“Esto lo sabe muy bien el imperialismo. Eso no se hace de un momento para otro. Sin duda que el gran motor de eso fue la figura del comandante Hugo Chávez, con su proyecto, construyendo junto a todos nosotros. Y si algo nos ha mantenido en pie, es la esperanza, que no es un sentimiento trivial, sino un deseo provocado, como dice el padre Numa Molina.
“Pero no es cualquier deseo, aquí está el sentido casi de la trascendencia humana: si yo no creo que la vida puede ser algo bonito, que la vida puede ser trascendente, mi vida y la de todos, si no creo eso, voy a ser un sujeto que va directo a vivir una vida resignada, sin creencia alguna de que las cosas las podemos mejorar, no como un acto casi mágico, no, sino a aquello que nos indicó el comandante Chávez, la participación protagónica. A eso mueve la esperanza de la revolución, y la población fundamental para ello es la juventud”.
Para Giuliani, la guerra tiene también como objetivo generar odio social, frustración, resentimiento, la sensación generalizada de que en Venezuela no se puede vivir. Eso es, para ellos, la joya de la corona. Con eso han tenido y tienen que lidiar, todavía, nuestros jóvenes.
“Por eso, también, hemos sido víctimas, todos, de esa migración inducida, así como sabemos que hay hiperinflación inducida, se han generado las condiciones para eso, y eso duele, como familia, como comunidad, como Patria, y ahí también se juega la identidad nacional, porque además de inducir la migración, también indujeron la xenofobia hacia los venezolanos y las venezolanas, y ello condujo a que muchos compatriotas vivieran situaciones de violencia, de segregación y algunos hasta han perdido la vida en el extranjero por ello”, apuntó el ponente.
Otro elemento de la guerra es la despolitización, que venía desde la década de los años 80. “No te metas en política, la política es corrupta, la política es mala, todos los políticos son iguales, nadie va a cambiar nada”. El comandante Chávez demostró que eso no era así, y hubo una extraordinaria repolitización. Eso vale oro para la revolución y es por eso que nos los disputa la guerra, y el joven se está topando con eso también.
Hacia un proyecto de vida
Entonces, hay que plantearse los proyectos de vida. Lo primero, cómo el joven vive su presente, cuáles son sus deseos, sus intereses. Entonces, uno se pregunta ¿cuáles son sus prototipos? Es cuando hablamos de calidad de vida, o del Buen Vivir, que es distinto. La calidad de vida nos lleva a convertirnos en sujetos en función del tener, en lugar del ser, se basa en lo material, al sujeto esclavizado al consumismo, al materialismo. ¿Dónde está allí el Buen Vivir? Tenemos que trabajar por construir referencias a ese horizonte de futuro que el capitalismo lo está disputando permanentemente. El capitalismo es tan poderoso en la producción de imaginarios que no le hace falta construir la realidad concreta, ha logrado que la gente crea que puede lograr eso. Si vamos al siglo pasado y más atrás, las promesas del capitalismo no se han materializado, y la gente sigue creyendo en eso. El imaginario sigue siendo posible y factible en la mente de mucha gente.
¿En qué consiste el Buen Vivir para los jóvenes? Hay que debatirlo. ¿Qué es el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI para los jóvenes? Lo estamos construyendo, y es con ellos. ¿Cómo se articula eso con el proyecto de vida? Vamos a pensar, por ejemplo, que dentro del deseo de los jóvenes, hay varios intereses, por ejemplo, tener una casa. ¿Que tipo de casa? Construir una familia, ¿cuál familia? Preguntemos a los jóvenes. No estoy tan seguro que tener una familia sea un elemento consciente de los jóvenes, por que eso invita a pensar si la familia que queremos es la que nos mostró siempre el capitalismo o uno de sus hijos predilectos, que es el patriarcado. Y si nos metemos con eso, nos deberíamos meter con la sexualidad, el derecho a la sexualidad en los jóvenes. ¿Cuál sexualidad? El capitalismo sabe muy bien cómo convertir en mercancía todo aquello que tiene potencial humano y ha vulgarizado totalmente la sexualidad.
Y eso influye hasta en la Gran Misión Vivienda Venezuela. Se puede entregar una vivienda, pero no se entrega un hogar. Se puede entregar un urbanismo, pero no se entrega una comunidad. Eso hay que construirlo, pero, ¿bajo qué modelo cultural? Ahí estánlos proyectos de vida. Hay que ver, cómo articulamos los proyectos de vida con la base económica material, con la vida en comunidad, con la familia, con la sexualidad, con el patriarcado, con la manera como nos relacionamos.
Otro elemento que va ligado a los proyectos de vida es, sin duda, el trabajo. ¿Es lo mismo el trabajo que el empleo? Los proyectos de vida deben tener un elemento de sueño, de utopía. Marx decía que el trabajo, una vocación, es determinante en la vida del sujeto. Que además de enriquecer nuestra creatividad, sea productivo, una concepción de lo que significa el trabajo liberador. No puede reducirse el trabajo sólo al empleo. Fomentar esa idea de que el trabajo es un medio de vida para desplegar nuestro potencial, es un instrumento de servicio, es un proceso social, es una experiencia de crecimiento, debe ser grato, estimulante, desafiante.
Unamos esto con la identidad nacional y los proyectos de vida. Esa es una cruzada de transformación, de liberación. Gracias a las circunstancias históricas que hemos vivido, no hemos tenido que llegar al poder político a través de las armas y a través de la sangre, como lo han tenido que hacer muchos pueblos. A lo que sí nos llama esto ahora, es a predisponernos para esta cruzada épica, a construir, en esa Agenda Económica Bolivariana, la actitud para trabajar, para estudiar, para prepararnos, para soñar.
El reto
Ello, unido con nuestros prototipos ideales, que hay que crearlos. Sacarnos la idea de que un profesional es más gente que un técnico o un obrero, hay que ir creando nuevos prototipos, donde no caigamos en la trampa de jerarquizar los saberes. Y eso tiene que ver con la identidad nacional.
Recolonizar, liberar nuestros territorios en el trabajo, en la construcción de un nuevo horizonte que pase también por nuestros prototipos ideales, la batalla contra la dependencia económica y tecnológica, descolonizar la ciencia nuestra, un reto maravilloso, el reto del conocimiento, no colonizado, que sirva a los intereses del imperio, tampoco que sirva para mi solito, sino incorporar eso a los proyectos de vida.
Estamos en un proceso de transición, todavía no estamos en esa educación liberadora. Hemos logrado masificar y democratizar, ahora hay que direccionar al nuevo rumbo sin que nos tiemble el pulso, como nos han direccionado al capitalismo, y como hay que hacerlo dentro de todo proceso político.
Si esa identidad nacional ha estado golpeada, aunque ahora la vamos fortaleciendo, y también tenemos la necesidad de ir hacia la liberación de todo lo productivo para romper con la dependencia, el camino es la educación.
Y en el caso concreto de los jóvenes, en ese amor por la Patria hay que radicalizar la postura robinsoniana. Por ejemplo, que todo estudiante venezolano salga a conocer su Patria, su territorio. Que conozcan nuestras industrias básicas, la industria petrolera, porque eso incentiva el amor a la Patria. Conocer a la gente, a esos prototipos que son el ideal de la Patria, porque se mantienen activos y resistiendo.
Las redes sociales
No pudo dejar de hablar de las redes sociales. Tenemos que entrar ahí, no las vamos a satanizar. Uno ve esa figura de los influencers, que tienen tantos seguidores. Todo ese mundo digital también es un campo en disputa para que los nativos y nativas marquen la pauta, señalen los caminos, a ellos también los necesita la Revolución, y hay mucho por hacer ahí.
Termino invitando al dialogo permanente y a la escucha con la juventud. Hay algunas trampas para domesticar a la juventud: la banalización, ese aire fresco de la juventud, el sistema te lo agarra y te lleva a reírte y burlarte de todo, ojo con eso; el consumismo, joven, te quieren como un consumidor, no como un sujeto crítico. Conocer mucho de marca, de productos, eso es un yugo, para que sigas siempre allí; también el yugo de las adicciones, cuidado, mucho cuidado; la pérdida de la identidad, en este mundo que nos quieren vender como globalizado, y sobre todo, la pérdida del sentido trascendente de la vida, cuidar ese elemento espiritual y la trascendencia, la juventud, con su fuerza y energía, que lo caracterizan en un plano de disfrute pleno, pero que el disfrute también debe ser trascendente.
Para finalizar, Giuliani aseguró que “me quedo siempre con esa capacidad infinita de sueño de la juventud, un revolucionario debe ser siempre un soñador, debe creer en la utopía y debe sostener la esperanza”. (NAM)