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Francisco Rodríguez. / Profesor e Investigador
Un orden mundial en tensión y desorden
El orden mundial que fuese tomando forma tras la segunda posguerra hasta configurarse como global y ahora hace crisis se definió liberal en lo ideológico; unipolar en su esquema político-militar, soportado en una coalición cuyo pivote es Estados Unidos actuando en el marco de la OTAN y otras alianzas defensivas heredadas de la posguerra fría (ANZUS; SEATO; TIAR); eurocéntrico y anglosajón en su visión occidental y supuesto destino imperial manifiesto; económicamente de libre mercado y dolarizado, asegurando el control y predominio del G7 sobre el sistema financiero y económico mundial, asentado en la contradicción Nación-Imperio y, finalmente en esta apretada síntesis, gravitando geoestratégicamente como atlantista, lo que acentúa la desigual relación Norte-Sur.
Ese orden global unipolar está atravesado por un conjunto de conflictos en telaraña que terminarán por redefinir el mapa geopolítico mundial con sus áreas geoestratégicas y geoeconómicas interdependientes. En efecto, se escenifican conflictos de orden territorial por el control de recursos energéticos y estratégicos que abarcan roces y fricciones en el Ártico, la guerra en Ucrania; el resurgimiento del conflicto en Medio Oriente con el genocidio en Gaza, la guerra de Israel con Hamás y Hezbollá; la escala de conflicto y perspectivas de confrontación armada abierta con Irán; las tensiones y presiones en la China meridional; la competencia por la influencia en África y el reinicio de la competencia por el espacio sideral. Se trata de una madeja de conflictos entrecruzados dominados por la escalada militar y las jugadas diplomáticas con el telón de fondo de la inoperatividad de las organizaciones internacionales para frenar esas amenazan a la paz y seguridad internacional.
Otra dimensión de los conflictos es relativa a las relaciones de intercambio comercial y el control de los mercados que se traduce en feroz competencia y el objetivo de desvincular a Rusia y China del mercado global, boicotear el proyecto del Cinturón y Rutas mejor conocido como la Ruta de la Seda propuesto por China (2013), el cual se articula con los BRICS Plus, suprimir la ventaja de ésta respecto de Estados Unidos, romper los lazos de intercambio y suministro de energía entre Europa y Rusia y, emprender una carrera por el control de los mercados africanos, reservando para sí América Latina y el Caribe. Vinculado con esto, la desdolarización del sistema financiero internacional, última pieza del engranaje que naciera de la conferencia monetaria y financiera celebrada en Bretton Woods (1944).
La confrontación entre órdenes mundiales
En contraposición al orden global que evolucionó tras la segunda posguerra, ha ido tomando forma en el marco de sus propias contradicciones y relaciones dialécticas un orden emergente multipolar modelado por varios factores y que bien expresan los BRICS Plus:
Primero, principalmente el proceso de descolonización, y en menor medida la fragmentación de unidades político-territoriales mayores que con condujeron a la formación de nuevos Estados soberanos e independientes que se incorporaron progresivamente como miembros de la ficción representada de la comunidad internacional por las Naciones Unidas. En efecto, en 1945 suscribieron 51 Estados la Carta de San Francisco que dio vida a la ONU; en 1957 eran ya 82 miembros y en 1966 se incrementó a 122 Estados Partes, hasta llegar hoy en día a los 193 Estados que la conforman y dos Estados no miembros Observadores. Proceso en el que han aflorado fuertes sentimientos antiimperialistas y anticolonialistas como bien recoge Franz Fanon en su obra Los Condenados de la Tierra.
Segundo, la visión del Sur Global que redirecciona la interdependencia compleja y fortalece los intercambios económicos, político-diplomáticos y culturales horizontales estrechando las relaciones entre potencias emergentes y países en transición al desarrollo frente al tradicional direccionamiento Norte-Sur.
Tercero, la democratización y reingeniería institucional de las organizaciones internacionales para ampliar la representación y peso de decisión de los países emergentes y en desarrollo en las instancias de Naciones Unidas, particularmente el Consejo de Seguridad y el poder de veto; las instituciones financieras como el FMI y el Banco Mundial.
Cuarto, la necesidad de asegurar y fortalecer el Derecho Internacional y sus normas frente al sistema de reglas que pretende sustituirlo en la práctica, la imposición de medidas coercitivas unilaterales y otras acciones punitivas aplicadas por las potencias dominantes que persiguen mantener el orden global unipolar.
Quinto, la identificación como problema prioritario de la agenda global el derecho al desarrollo de los pueblos, por ser transversal a la pobreza, acceso a servicios, educación, crecimiento económico, calidad de empleo y salario decente, etc.
Sexto, la formación de nuevas alianzas estratégicas defensivas que contrarrestan las surgidas con el orden de posguerra y son reflejo de la política de poder de los Estados Unidos como la potencia con pretensión hegemónica y sus aliados en coaliciones dominantes, cuyas expresiones son las formas convencionales, de uso del poder nuclear; pero también las guerras híbridas, tercerizadas y cibernéticas. Pues bien, el ejemplo de esta línea de contra ofensiva es la coalición en ciernes entre Rusia y China. Ambas potencias emergentes han propuesto conformar una, sintiéndose amenazadas por la OTAN, el AUKUS o las acciones directas y presiones de los Estados Unidos en sus espacios fronterizos, otras áreas de interés y la eventual necesidad de proteger sus alianzas estratégicas con terceros.
Séptimo, el eje de gravitación geoestratégico se ha ido desplazando del Atlántico y se revela como bifronte, con una cara que da al Pacífico e irradia en las regiones cercanas y el otro, en Eurasia como bisagra entre Rusia y Europa. La geopolítica de este cambio en el orden mundial define el reconocimiento de China, Rusia y la India como potencias de primer orden con derecho de primus interpares y establece la conectividad entre la Ruta de la Seda propuesta por China (2013) y el progresivo agrupamiento de las potencias emergentes y los países en desarrollo en los BRICS+ a partir de su formación en 2009 al margen de la Asamblea General en Nueva York.
Los BRICS+, ¿un bloque emergente?
La ampliación de los Estados miembros de los BRICS tras la Cumbre de Johannesburgo, Sudáfrica en 2023 proyectó regionalmente la perspectiva de formación de bloque emergente y fortaleció su papel al representar en conjunto el 32,64% de la superficie terrestre, el 45 % de la población mundial, el 28,25% del PIB mundial, el 20,9% de la deuda del mundo y poseer el 40,6% de las reservas energéticas totales conocidas (Datos tomados de fuentes del Banco Mundial, FMI, Statista, 2024). Estas cifras es previsible que aumenten con la incorporación de nuevos Estados miembros, pues una treintena de países han solicitado formalmente su ingreso al mismo, entre ellos varios latinoamericanos: Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Honduras y Colombia.
Esto ampliaría geopolíticamente a los BRICS+ con la articulación regional latinoamericana de los gobiernos de orientación progresista; a la vez que actuaría como cortafuegos en una coyuntura en la que Estados Unidos ha definido una ofensiva político-diplomática liberal y de derecha caracterizada por la injerencia, desestabilización y presión en contra del progresismo tildado de izquierda en el mal llamado patio trasero, bajo los dictados del neo-monroismo. Un ejemplo es la cruzada de la Jefa del Comando Sur, Generala Laura Richardson en su actuación como pro-cónsul pronunciándose en distintos escenarios acerca de la salida de Rusia y China de la región, caracterizados como eje del mal. También los ataques en contra de Venezuela y otros gobiernos progresistas, el impulso del modelo de democracia liberal e implementar un nuevo Plan Marshall en la región.
Del BRIC a los BRICS Plus
La caracterización de los BRICS Plus a partir del origen, configuración y fundamentos arroja luz acerca de las perspectivas de su conformación como núcleo del bloque emergente. En su origen fue un foro, cuyos antecedentes son el MNOAL (1961) en el eje del desarrollo y el G20 por los debates en torno a la estabilización financiera y la economía mundial. Posterior el Foro Trilateral IBSA (2003) promovió entre India, Brasil y Sudáfrica la concertación y coordinación trilateral en una agenda económica que traza temas de interés común.
En 2001, Jim O´Neil analista de Goldman Sachs acuñó el término BRIC para referirse Brasil, Rusia, India y China como economías de acelerado crecimiento, no miembros del G7. Luego, en septiembre de 2006, los ministros de relaciones exteriores de los países mencionados, al margen de la 61 Asamblea General de Naciones Unidas a la que asistían en Nueva York, decidieron que celebrarían reuniones anuales como economías emergentes de gran potencial de desarrollo. Tres años más tarde, en junio de 2009 se celebró la I Cumbre en Ekaterimburgo, Rusia que traza el apoyo a un orden multipolar, una arquitectura económica y financiera inclusiva, la reforma y democratización de las Naciones Unidas, a la par que la defensa del derecho internacional.
Con la incorporación de Sudáfrica en la III Cumbre de Sanya en China (2011) ocurrió la primera expansión y pasó a denominarse BRICS. Un año después en la IV Cumbre de Nueva Delhi (2012) se plantearon temas de interés financiero y la creación de un banco de inversiones para financiar proyectos de infraestructura y economía sostenible; lo que se concreta en 2015 con la fundación del New Development Bank (NDB) con sede en Shangai, como primera institución BRICS. En la actualidad esta institución financiera ha aprobado préstamos a 96 proyectos en los países, por un monto financiero de 32.8 billones de dólares (https://www.ndb.int/projects/).
Siguieron cumbres y reuniones ministeriales que afianzaron las relaciones, hasta llegar a la XV Cumbre de Johannesburgo (2023), en la cual se adopta una Guía de Principios y Criterios para la adhesión de nuevos miembros; a la vez que ocurrió la segunda expansión con la incorporación como nuevos miembros de Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Argentina que declinó poco después por la orientación ultraliberal del nuevo gobierno y su alineamiento a ultranza con Estados Unidos. A partir de esta cumbre pasó entonces a denominarse en adelante BRICS Plus para las nuevas adhesiones.
En su conformación los BRICS Plus son economías emergentes y en transición al desarrollo que actúan como potencias con influencia geoestratégica regional en Asia, África, Latinoamérica y la península arábiga. La expresión emergente viene por lo demás acuñada en los años 80 del siglo 20 por el presidente del Banco Mundial Antoine Van Agtmael para referirse a países de rápido crecimiento y mercados en expansión que contrastaban con las economías de los países desarrollados agrupados en el G7. En ese momento se consideraron como tales a China, India, Brasil y Argentina.
Los pronunciamientos de los líderes de países BRICS Plus han sido reiterativos en cuanto a la multipolaridad y el multilateralismo como fundamentos del orden mundial, pero también su reconocimiento como principios rectores para la admisión de nuevos miembros y la adopción de una agenda tanto económica como política que prioriza como asuntos: la reforma del sistema de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad con una nueva arquitectura que permita mayor representación, equilibrio geográfico y un papel más participativo en las decisiones sobre los asuntos mundiales de los países emergentes y en desarrollo; así como en las organizaciones económicas y financieras internacionales (OMC, FMI y Banco Mundial); la incorporación de nuevas monedas de reserva; la defensa del derecho internacional y los principios de la Carta de San Francisco.
Como corolario, la institucionalización de los BRICS Plus acoge la flexibilidad como mecanismo, por lo cual, no se ha constituido una organización internacional que cuente con un Tratado constitutivo, ni sede. Tampoco dispone de unos órganos o una Secretaría, pero sin embargo, las reuniones periódicas de ministros de relaciones exteriores y otros por sectores de actividad; el papel de los sherpas como consejeros expertos y las reuniones anuales de Jefes de Estado y de Gobierno parecen avanzar en esa dirección junto a la institucionalización del NDB tras la Cumbre de Fortaleza en Brasil (2014) que lo creó junto al Tratado de Estabilización y Reserva de Contingencia con un compromiso de 200 billones de dólares. Asimismo, en la dinámica institucional se tratan otros temas multilaterales en instancias como el Foro Interparlamentario y el Foro Sindical donde coordinan acciones en común.
La Cumbre de Kazán en Rusia prevista en octubre, además de la expectativa de la incorporación de nuevos miembros, será clave para acercar posiciones y adoptar el diseño de nuevos instrumentos financieros de pagos, a partir de las monedas nacionales que faciliten los intercambios comerciales y eviten la manipulación del dólar como arma política.
Un epílogo inacabado
En medio de un mapa mundial de conflictos entrecruzados o en telaraña, los BRICS Plus son parte esencial de una configuración a mitad de camino entre la asociación intergubernamental y la conformación de un bloque al que aspiran ingresar una treintena y más de Estados; con una visión e ideología en definición, no obstante el acuerdo en conceptos nodales como multipolaridad y multilateralismo, la relación de ganancias compartidas, el apego al Derecho Internacional y la defensa y democratización de las instituciones internacionales. Al tiempo que se entrelazan con el megaproyecto de la Ruta de la Seda, del cual aquellos países son parte.
La condición compartida al ser países con economías emergentes o bien, en transición al desarrollo une a todos en la expectativa común de hacer realidad para el Sur Global, el principio del Derecho al Desarrollo de los Pueblos.
Fuente: Revista Amerika Latina y Karibe. Nro 19. Oct – Dic. 2024. Pág. 6 – 9