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10 marzo, 2025La trascendencia del pensamiento geopolítico del Comandante Hugo Chávez en el surgimiento del orden mundial multipolar

* Francisco Rodríguez
El abordaje del tema requiere previamente dilucidar dos cuestiones; y responder las interrogantes que siguen: ¿De qué geopolítica estamos hablando? ¿Qué relación guardan geopolítica y geoestrategia? Para la geopolítica clásica, la visión de la relación directa entre el espacio geográfico y el Estado es determinista y se relaciona directamente con el poder en la relación con terceros. Bajo la visión clásica de la geopolítica, el territorio y los recursos justifican la dominación que ejerce un actor A sobre un actor o más actores B y C. El corolario de la visión clásica de la geopolítica es la idea del Estado como un organismo viviente, que en las visiones contemporáneas aún persistentes se expresan en la realpolitik y los intereses vitales.
¿Es esa la geopolítica de la que estamos hablando al referirnos a la visión de Chávez? La respuesta es no. Pero Chávez conoció perfectamente y estudió las escuelas y las tesis de los pensadores K. Haushofer, F. Ratzel, R. Kjellén, H. MacKinder, Golbery do Couto e Silva y muchos otros; pero él replantea la disciplina con un conocimiento de contenido ético que conlleva una ruptura epistemológica con el paradigma clásico de la geopolítica y las teorías de poder que se desprenden de allí. El fin ético, al cual apunta, parte de las fuerzas profundas de la historia y el pensamiento latinoamericano y caribeño, un pensamiento nacionalista, profundamente libertario, que tiende puentes entre el pasado y el presente, para proyectarse al futuro.
En esto hay una relación dialéctica en la cual, ese pasado y el presente dialogan y se proyectan con un propósito superior: la unidad regional y el destino enmarcado en un espacio geográfico compartido. Por ello, Chávez en sus discursos y pensamiento rescata el ideario indoamericano, al mestizo, las raíces africanas, y establece un diálogo fluido del presente con el pasado entre libertadores, líderes y las propias sociedades latinoamericanas y caribeñas, con un propósito que es ético y cuyo punto de partida son las luchas anticoloniales latinoamericanas y caribeñas por la libertad e independencia. Esas luchas se tejen desde personajes como la figura de Guaicaipuro en lo que se llamaba entonces la Tierra Firme, pasa por las rebeliones coloniales de Tupac Amaru, Tupac Katari; sigue en las luchas independentistas de Miranda, Bolívar, San Martin y O´Higgins para continuar en Martí, Morazán, Sandino y el Che, para llegar al presente con el propio Chávez; quien es actor de esa construcción junto con Néstor Kirchner, Fidel Castro y otros que confluyen en el ideario de la Patria Grande.
Ese fin ético de unidad tiene alcance continental e importancia geopolítica. La rebelión de los pueblos latinoamericanos y caribeños contra la dominación colonialista a lo largo de la historia, ahora forman una unidad política, económica y cultural de ámbito regional, capaz de jugar a contrapeso en la escena mundial, con identidad propia a favor de la paz, la convivencia como iguales entre naciones libres y soberanas, y la autodeterminación de los pueblos como una esperanza. De allí que en momentos que Chávez juramentara su gabinete en el año 2006, dijo “América Latina ha iniciado de nuevo el mismo proceso que quedó pendiente a Bolívar, San Martín, O’Higgins y Artigas: la independencia”, y esta va a ser una idea recurrente en el discurso del comandante Chávez.
La otra aclaratoria que es necesaria antes de adentrarnos en las interrogantes planteadas al inicio, es la relación que tiene la geopolítica como estudio o conocimiento de las relaciones de poder entre actores a nivel regional y mundial en un contexto espacial con la geoestrategia; la cual viene a ser la forma en cómo los actores hacen operativos los conceptos de la geopolítica en el marco de una coyuntura dada o eje espacio-temporal.
El comandante Chávez tuvo la virtud de haber articulado ambos términos o componentes de la ecuación. Para él, geopolítica y geoestrategia apuntan a la construcción de una visión desde la esperanza de los pueblos. Puede parecer utópico, pero la ruptura epistemológica con la visión clásica de la geopolítica comienza por redefinir la determinación del poder en base al territorio, a los recursos y al ejercicio del poder de dominación mismo por un Estado. Chávez expone una visión geopolítica cuyo punto de partida es axiológico, la esperanza de los pueblos como energía movilizadora de los sectores sociales, de los movimientos, de las organizaciones populares para hacer realidad la Patria Grande que es la unidad continental, reconocidas las diferencias de unos con otros. Este es el cimiento de los esquemas de ALBA-TCP, CELAC y la UNASUR, cuya constitución va más allá de los procesos tradicionales de integración que descansan en el concepto liberal de la competencia capitalista y el mercado como motores del crecimiento económico.
En este caso, la propuesta del paradigma emergente de la integración pone el acento en la unión, en el propósito de la cooperación, y el objetivo del vínculo entre todos los participantes dentro de aquella. Por eso, en un programa de las Líneas de Chávez realizado en el año 2010, él sostuvo que: “La Patria Grande, independiente y unida, será el hermoso patrimonio que le leguemos a la posteridad”. Es más que una frase que manifiesta una sentida aspiración, es el compromiso con una construcción desde lo concreto real de la coyuntura.
Hechas estas notas aclaratorias, contrastemos los postulados de pensamiento con la acción realizada que transforma la realidad, es decir lo concreto real. Nuestra primera afirmación. Con las premisas fundantes de multipolaridad, antiimperialismo, potencia latinoamericana, socialismo bolivariano, diplomacia bolivariana de los pueblos, el comandante Chávez comprendió el cambio de época que se aproximaba; cuestión que se corresponde con un nuevo paradigma emergente, el cual pensó podría llevar por nombre un mundo nuevo y multipolar, enunciado que nos sirve para ciertas denotaciones y connotaciones en la realidad que queremos configurar.
Este paradigma del mundo nuevo y multipolar está confrontado con la globalización unipolar de doctrina liberal. Como paradigma emergente tiene varias lecturas, incluso, según los pensadores de corriente crítica como son las posturas de la mundialización de I Wallerstein; el antiimperialismo de Atilio Borón; la crisis del capitalismo de Samir Amin, o la desglobalización de Walden Bello. A este paradigma emergente contribuyó grandemente el pensamiento y la acción del comandante Chávez, dándole forma y contenido. Aún la historia no ha evaluado la contribución que el comandante Chávez hizo a este paradigma emergente, recordemos que el término multipolar lo utiliza Chávez siendo candidato presidencial en el año 1998, cuando lo que estaba sobre el tapete era precisamente la globalización, y lo hace en una conferencia dictada en el Palacio de las Academias, y cito lo que dijo en esa oportunidad: “El mundo del Siglo XXI, que ya se asoma sobre el horizonte, no será bipolar, tampoco unipolar. Gracias a Dios, será multipolar”, y posteriormente, siendo ya presidente, en el acto conmemorativo del Día del Soldado, expresó: “El mundo tiene que ser pluripolar, es decir, multiplicidad de polos, de fuerzas, de agrupaciones, de países; para que haya más equilibrio universal, para que haya más democracia universal y para que haya más igualdad en el mundo”.
Chávez desarrolla un pensamiento geopolítico que parte del antiimperialismo y la multipolaridad, y se proyecta en el relacionamiento Sur-Sur para cambiar la dirección geoespacial y la correlación que encierra el relacionarse bajo la forma desigual de centro-periferia, qué implica subordinación y dominación, como pilar del orden mundial global.
A la vez, Chávez plantea un accionar geoestratégico, comprendiendo con claridad la confrontación entre la continuidad de un orden mundial global unipolar, cuya gobernanza descansa en el Atlántico y el pacto entre potencias que se definen a sí misma como atlantistas: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y la Europa occidental; que sostienen la premisa del poder unipolar con un hegemón que son los Estados Unidos como potencia imperial y la OTAN como aparato militar.
Frente a ésta, la otra propuesta es la gobernanza sobre un eje Pacífico y un poder multipolar de responsabilidad compartida, en la cual China y Rusia surgen como asociación estratégica que conforma el apoyo. Mientras en el primero de estos ejes, la propuesta planteada por el G7 que los agrupa va a ser Volver a Construir un Mundo Mejor, también conocida como la propuesta B3W hecha en el año 2021; el segundo de estos ejes se expresa en el proyecto de la Ruta de la Seda, como se le conoce periodísticamente, siendo su nombre técnico en los documentos oficiales Cinturón y Rutas propuestas por China en el año 2013.
El examen del mapa de conflictos mundiales muestra la guerra en Ucrania, la tensión en torno a las rutas de navegación ártica; la cuestión de Taiwán y la escalada de conflicto en el mar de la China meridional; la compleja situación del Medio Oriente; la competencia por el control del espacio sideral con el proyecto Artemisa y más reciente, el bloqueo a China en su acceso al África subsahariana. Estos son algunas referencias de conflictos, que ponen de manifiesto el objetivo estratégico de obstaculizar e impedir a toda costa la emergencia de un nuevo orden mundial con China, Rusia, Irán, Turquía, los BRICS y Venezuela como jugadores de primera fila. Por eso entonces el recurso a la metáfora de la Guerra Fría, que evoca aquella confrontación político ideológica vivida a mediados del siglo XX. Se refuerza adicional con otras metáforas como son: El Eje del Mal y Estado Terrorista.
El comandante Chávez delimitó con meridiana claridad el campo adversarial cuando en un discurso dado en la Universidad de Córdoba, Argentina, en julio del 2006 dijo que, “…el imperialismo norteamericano y sus aliados en el mundo ponen hoy en peligro no solo la paz mundial sino la sobrevivencia de la especie humana en este planeta”. Lo hizo refiriéndose tanto al control del poder nuclear como a la depredación ambiental que coloca el cambio climático como uno de los temas priorizados de la agenda global, y cuya respuesta, del lado bolivariano es la visión ecosocialista. Por eso, sostuvo: “…los únicos responsables del criminal deterioro del medio ambiente y de las fuentes de vida son los gobiernos de los países más poderosos, que se resisten a cambiar un destructivo modelo global de producción y consumo”.
Y en esto ubicamos otro elemento de la geopolítica y la geoestrategia, eso que Josué de Castro llamó la geopolítica del hambre. Tercera afirmación. En Chávez se hace manifiesto que la historia se escribe desde las contradicciones de las coyunturas presentes entre clases sociales y Estado, y entre naciones e imperios, para ser superadas dialécticamente en un estadio futuro. Así formula una concepción que es recogida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela como proyecto, y una hoja de ruta que es el Plan de la Patria.
Nuestra Constitución tiene algo que es inédito en el resto de las constituciones latinoamericanas, que es alinear la realización del proyecto constitucional con la construcción latinoamericana de la Patria Grande. Chávez comprendió con claridad y determinación que llevar a cabo la práctica del Socialismo Bolivariano tenía una dimensión doméstica nacional y otra internacional, que abarca tanto los ámbitos regionales como mundial, proponiendo para ello como palanca adecuada la política exterior venezolana de la Diplomacia Bolivariana de los Pueblos. En su visión, no tenía sentido la discusión del socialismo en un solo país; pues para poder sobrevivir ante las fuerzas en contra, la propia Revolución Bolivariana tiene que alinearse con la transformación internacional y de la gobernanza unipolar.
Por eso es que, en el marco de la Diplomacia Bolivariana de los Pueblos, Chávez reorienta en un giro de 180°, las alianzas estratégicas; tras la visita a China en octubre de 1999 y a Rusia, en mayo del 2001.
Fueron de las primeras visitas, y con ello rompía la tradición en la política exterior venezolana que consistía en realizar el primer viaje protocolar, tras asumir la presidencia, a los Estados Unidos para reafirmar la alianza estratégica. Esto fue lo que no hizo el presidente Chávez, abriendo así las puertas a China y Rusia; pero a la vez marcando un camino a otros países latinoamericanos que siguieron a partir de allí la práctica venezolana.
Además de lo anterior, impulsó la OPEP como cartel que defiende precios justos para los hidrocarburos de los países productores en desarrollo y sentó las bases de lo que más tarde sería la nueva OPEP Plus. Sumó esfuerzos para revitalizar el Movimiento de los No Alineados y promovió las cumbres latinoamericanas con Asia y África para redireccionar el eje axial de relaciones entre Sur – Sur, cuando anteriormente estaban direccionadas Norte – Sur. Impulsó asimismo un nuevo tejido integracionista y unionista regional, acorde a la multipolaridad y a las relaciones, ingresando a Mercosur; pero también, apoyando como miembro fundador la creación del ALBA en el 2004 y luego, como ALBA TCP en el 2009; de Petrocaribe en junio del 2005, para forjar un marco de seguridad energética regional; impulsó la constitución de las empresas gran nacionales; de Unasur en mayo del 2008 y la CELAC en diciembre del 2011.
Esta estructura supone un nuevo mapa del proceso de integración en la región. En ocasión de la reunión de Unasur en el año 2008, Chávez había dicho que conservaran la expresión continente, porque es clave en la visión geopolítica. En esa reunión expuso que había dos continentes: Suramérica, que incluía el Caribe y Centroamérica; y otro continente, Norteamérica. Esto encierra una clara visión geopolítica de implicaciones estratégicas que resuelve la construcción de la Patria Grande con exclusión de Estados Unidos y Canadá.
La cuarta afirmación es acerca de la soberanía. La independencia pasa por el control pleno y soberano de sus decisiones nacionales y sobre los recursos naturales, por lo cual entre las primeras decisiones claves que adopta el presidente Chávez, apenas entra en funciones, fue retirar la misión militar estadounidense que estaba en las instalaciones de Fuerte Tiuna, y esto fue un primer punto de inflexión y de ruptura en la relación con los Estados Unidos. A esto sigue la negativa para que los equipos de la DEA operaran independientemente y sin regulación mayor en el tema de las operaciones de narcotráfico. Estos dos momentos señalan la reafirmación del control nacional sobre todos los aspectos y decisiones de carácter gubernamental.
Por otra parte, en el marco de la diplomacia petrolera bolivariana, era prioritario el fortalecimiento de la OPEP, en momentos en que el cartel petrolero declinaba frente a las maniobras de las grandes corporaciones y de los países desarrollados, Chávez operando junto al ministro Alí Rodríguez Araque, preparó el terreno para la Cumbre de la OPEP que en 1999 consensuó a los mayores productores petroleros, y un año después el precio del barril que estaba fijado en siete dólares, se situó en 30 dólares en promedio.
Junto a esto, para afianzar el papel de Venezuela como potencia energética, llevó a cabo el proyecto de magna reserva, que dio paso a la certificación de la Faja Petrolífera del Orinoco, hoy llamado con todo justicia Faja Petrolífera Hugo Chávez, que logró constituir a Venezuela como la mayor reserva mundial de crudos pesados, con más de 270 mil millones de barriles de petróleo en ese momento, y ajustes posteriores la han llevado a superar los 300 mil millones de barriles de petróleo.
La quinta afirmación, es que para que surja un orden multipolar y la Patria Grande pueda hacerse realidad, se requiere como condición la superación de la globalización unipolar y neoliberal que acompaña el imperialismo. De allí que en el discurso de la plaza Caracas en 2004 ocurrió un punto de inflexión, al Chávez declarar terminantemente que la Revolución Bolivariana era antiimperialista, y luego, en la Tercera Cumbre de los Pueblos realizada en Mar de la Plata, Argentina en el 2005, al gritar aquella consigna que resuena: “ALCA, ALCA al carajo”, que enterró el Acuerdo de Libre Comercio.
Realmente estaba marcando un hito en el movimiento global de resistencia, pero así mismo, se hace también presente en el llamado permanente a la democratización de los organismos internacionales conocidos, comenzando por las Naciones Unidas y el poder del veto. Es democratización que implica en el pensamiento de Chávez, al menos dos sentidos: un proceso con participación de todos los Estados por igual en las decisiones de los asuntos de la comunidad internacional y participación inclusiva de los movimientos sociales, de los sectores organizados, de los pueblos, en las organizaciones internacionales, como se llega a plasmar en el ALBA TCP. ¿Y por qué? Porque esto representa una quiebra, una quiebra de la imagen extendida que predomina de esa visión de sociedad liberal, de una sociedad civil internacional. El término mismo traído de la filosofía política y llevada al ámbito de las relaciones internacionales. Y, ¿qué representa la sociedad civil internacional? Miles de ONGs que actúan en base a sus intereses y en todo caso, se articulan dentro de las organizaciones internacionales, no como representación directa sino con estatus consultivos.
Concluyo con una frase del comandante Chávez, que siendo corta, encierra gran significado. Esta fue dicha en la Reunión de Cancilleres de la Cumbre de América Latina y el Caribe en el año 2011: “Este es el siglo nuestro, no lo perdamos”.
* Politólogo internacionalista egresado de la UCV, especialista en Política y Derecho Internacional, profesor de la Maestría en Negociaciones Continentales e investigador del Instituto Venezolano de Planificación Aplicada (IVPA)