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Para nadie es un secreto que el poder de los medios de comunicación están estrechamente vinculados a los estamentos del poder de hecho hoy en día conforman gigantescos grupos económicos que, asociados a los grupos hegemónicos, se han constituido en lo que George Orwell llamó “El Gran Hermano” ejemplo de ellos son el grupo Viacom, Disney, Comcast y recientemente, en la era de la conexión global, Alphabet (Google, YouTube), Facebook entre otros que controlan, deciden, y claro como no hacerlo, manipulan la opinión pública y actúan como los arrieros de la sociedad estableciendo las pautas para el control social.
Esto no es nuevo, basta recordar a William Randolph Hearst uno de los padres de la prensa “amarillista” quien inspiró la película “El Ciudadano Kane” (1941), el cual mediante una serie de artículos y noticias falsas propició la intervención norteamericana en Cuba, justo cuando los patriotas cubanos estaban a punto de derrotar a los españoles y, justificó la Guerra Hispano-americana confabulándose para la voladura del acorazado Maine de la marina de los Estados Unidos en el puerto de La Habana, en 1898, para así invadir y lograr el control económico y político de la isla.
Este es tal vez el antecedente más claro de la construcción de noticias falsas hoy conocidas en los nuevos medios como Fake News. La capacidad de control social por parte de los medios de comunicación tiene su ejemplo más destacado cuando el 30 de octubre de 1938 Orson Welles narraba la “Guerra de Los Mundos” en la radio generando una ola de pánico, según estimaciones, en 12 millones de personas en los EE.UU.
Estos ejemplos históricos sirven como base para poder entender cómo el poder de las grandes corporaciones mediáticas es capaz de modelar la conducta social en determinados momentos de la historia, modelar la opinión pública para justificar guerras, invasiones, crisis económicas, derrocar gobiernos y modelar la comprensión de la realidad. Como señaló Rafael Correa en 2013: “Desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta”.
El desarrollo de las telecomunicaciones, la creación del Internet y la evolución de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) como herramientas fundamentales para la construcción de la sociedad global interconectada, han servido sin lugar a dudas para dar rienda suelta a las posibilidades de manipulación de la realidad según los intereses de esta gran alianza corporativa: gobierno, poder económico y grupos mediáticos.
Según estimaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, 4.300 millones de jóvenes tiene acceso a banda ancha, siendo este el principal medio de acceso a Internet a nivel mundial no es de extrañar que el desarrollo de contenidos este orientado a este segmento de la población. Ahora bien, ¿quién define los contenidos? ¿quién establece que informar y cuándo hacerlo? Estas interrogantes nos llevan a voltear la mirada a las grandes corporaciones y a las estructuras de poder de las cuales forman parte. La construcción de imaginarios a través de las llamadas “redes sociales” ha estado signada por las denominadas Fake News o noticias falsas o peor aún, las llamadas Deep Fakes, que son Fake News más elaboradas, falsificando videos o imágenes, elaborando grabaciones mediante el uso de herramientas de edición con el objetivo de crear una sensación de veracidad aún mayor.
Este fenómeno de difusión de contenidos constituidos por información falsa, tergiversada o medias verdades es cada vez es más común; la construcción de narrativas tendenciosas forma parte ya de las campañas de desinformación en las redes.
Y es que estas “noticias” tienen diversas orientaciones, pueden ser económicas cuando el interés es conmocionar los mercados, quebrar una empresa o afectar la producción de un país, potenciar el consumo de un determinada producto y así modelar la opinión pública a fin de poder ejercer control social sobre ella; ejemplo de esto, es la campaña contra la tecnología 5G de Huawei o contra las vacunas rusas y chinas contra el Covid_19, en beneficio de las corporaciones farmacéuticas como la Pfizer o AstraZeneca, las vacunas cubanas no son buenas, los medicamentos genéricos no sirven, etc. Así, potencian el consumo de los productos de las grandes corporaciones e induce a la población a aceptar estos, bajo la narrativa de que en las redes comentan que hacen daño, o en las redes dijeron que un niño murió porque se puso la vacuna rusa y casi pierde un pie.
Los Fake News también juegan un rol fundamental en cuanto al modelado de la opinión pública con fines políticos, formando parte importante del arsenal de las armas utilizadas en las Guerras de Baja Intensidad (GBI) y las operaciones sicológicas. En la historia reciente hemos podido observar cómo han sido utilizadas las noticias falsa para impulsar golpes de estado, socavar la soberanía de los países, justificar agresiones por parte de las naciones hegemónicas; todo esto con el objetivo de lograr desestabilizar a la población, a fin de orientar respuestas sociales de acuerdo a los interese del gran capital.
No está lejos la campaña utilizando Fake News acusando a Evo Morales de fraude electoral que sirvieron para justificar el golpe de estado en Bolivia, o Donald Trump, diciendo que hubo fraude en las elecciones en EE.UU., que la gasolina iraní que llega a Venezuela es de muy mala calidad o que la consulta de Juan Guaido fue transparente, y la Asamblea Nacional recientemente electa por la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano es ilegítima, para citar algunos ejemplos. Vale la pena recordar que hace un par de meses, Facebook cerró 55 cuentas, 42 páginas web y 36 cuentas de Instagram vinculadas a una empresa de nombre CLS Strategies con base en Estados Unidos que atendiendo pedidos de clientes, buscaba desestabilizar el gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro, apuntalar la imagen del dirigente opositor Juan Guaidó; atacar la popularidad del expresidente Rafael Correa en Ecuador o asesorar la proyección de Álvaro Uribe en Colombia. El argumento del cierre de tales cuentas fue informado en lenguaje gerencial como participar en un comportamiento no auténtico coordinado.
El uso de las Fake News y los Deep Fake en este ámbito busca generar ansiedad en la población, zozobra, desesperanza, frustración a fin de generar las condiciones que permitan dinamizar procesos de conflictividad social para justificar invasiones o intervenciones extrajeras con el apoyo de una opinión pública nacional e internacional condicionada para aceptar y justificar dichas acciones.
Todo esto tiene como corolario que son los jóvenes quienes están más expuestos al bombardeo permanente de la desinformación por ser los mayores consumidores de contenidos digitales; aunque no podemos desdeñar el rol que estos contenidos han jugado en el marco de la pandemia del Coronavirus. Es un hecho que al final terminan afectando a todos los segmentos de la población. Por esto se hace necesario un ejercicio individual y colectivo de razonamiento de la información, la cadena de WhatsApp, Twitter o Instagram, de las noticias generadas en portales con intereses específicos y que responden a los grupos hegemónicos. Todas deben ser contrastados, evaluados con sentido crítico y necesariamente estar alertas para no ser víctimas de los Fake News y creernos todos los cuentos que nos cuentan.
Hernán Zamora Ludovic
Doctor en Sistemas de Información Espacial
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