Más de 93% de los venezolanos apoya que la ANC apruebe Ley Antibloqueo
5 octubre, 2020Venezuela cuenta con su propia Bolsa Descentralizada de Valores basada en Ethereum
6 octubre, 2020¿Quo Vadis América, latina y caribeña? (II)
A la par que corrían los años 80 y 90 del siglo pasado la transnacionalización de las economías transcurría bajo el derrotero de la globalización y el espejismo de los TLC que permeaba fronteras, imponía la firma de acuerdos para evitar doble tributación. de protección a la inversión extranjera e incorporación de cláusulas de arbitraje internacional en caso de diferencias, en instancias internacionales como CIADI o la Corte de Arbitraje de Londres, lejos de las jurisdicciones nacionales. Entretanto, los sectores dominantes en los países latinoamericanos se desligaban cada vez más, de lo que veían como ataduras nacionalistas y sentimentalismos del pasado que obstaculizaban los negocios en medio de la euforia de la globalización.
Los miedos y medios de la derecha y sus acechanzas
La irrupción de gobiernos progresistas en buena parte de la región con apoyo de movimientos populares, al calor de un resurgir del nacionalismo y las demandas sociales en casi toda América Latina, hizo que los sectores dominantes estupefactos tuviesen que replegarse políticamente, acomodarse a las nuevas circunstancias y esperar, eso sí, sin perder de vista un momento sus tradicionales alianzas y lazos de negocios con los que denominan mercados naturales y socios confiables en Estados Unidos y Europa.
Hoy entre cantos de sirenas con melodía neoliberal, voceros de Estados Unidos recorren la región con la propuesta bajo el brazo de la iniciativa América Crece, para reagrupar tras de sí, a los sectores dominantes bajo la esfera de interés de las empresas estadounidenses con excepción expresa de Venezuela, Cuba y Nicaragua. La promesa es traer inversiones a sectores claves de la economía, organizar misiones comerciales, dar asistencia, renovar los lazos con la región, afianzando los aspectos de seguridad en materia de narcotráfico y terrorismo. La mesa está servida, los gobiernos de Colombia y Guyana son los primeros.
Las acechanzas arteras de la derecha y la dignidad de los movimientos populares y progresistas
Nuevos modos de conspirar y derribar gobiernos progresistas se gestan en la región, por los intersticios y lagunas de la legalidad; recurriendo a fake news se manipula y explotan las oportunidades para judicializar en unos casos o llevar a cabo golpes parlamentarios en otros. Lo que se inició como una experiencia inédita en Honduras tras la destitución por el Congreso del presidente Mel Zelaya, fue el comienzo de una seguidilla de golpes parlamentarios en los casos de Lugo en Paraguay, Dilma Rousseff en Brasil y Evo Morales en Bolivia.
Para cerrar el paso al retorno de liderazgos democráticos y progresistas se han llevado a cabo procesos judiciales para impedir a dirigentes y organizaciones políticas participar en procesos electorales e inhabilitar en el ejercicio de cargos públicos a Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Evo en Bolivia y también, aunque sin éxito Cristina Fernández. En el extremo, en Colombia se recurre sistemáticamente al terrorismo de Estado para asesinar selectivamente a líderes sociales y desmovilizados tras los Acuerdos de Paz firmados por el gobierno de Santos con las FARC. También en Bolivia, partiendo de la base organizativa de los grupos violentos que liderara Camacho y el plan de la Media Luna de Santa Cruz que implicaba la secesión, estos grupos de orientación neo-nazis han actuado junto a las fuerzas militares y de seguridad para atacar las movilizaciones populares y los sectores identificados con la alternativa del MAS. Las Cortes Supremas de Justicia, Congresos Nacionales y Salas Electorales han sustituido los tradicionales cuarteles militares, como centros de conspiración y golpe de Estado para cambiar gobiernos indeseables en la región.
En el extremo de la inconstitucionalidad, la Asamblea Nacional de mayoría opositora en Venezuela llegó a declarar la formación de un Gobierno de Transición. Esto ha dado pie a la controvertida figura del reconocimiento de gobierno en el Derecho Internacional abriendo la puerta a la injerencia en los asuntos internos y al saqueo de los activos púbicos en el extranjero.
Sectores dominantes incondicionales hacia los intereses extranjeros y liderazgos políticos débiles y moldeables es la impronta de la gobernabilidad que se quiere para los gobiernos de derecha en la región. Una gobernabilidad neoliberal en lo económico, porosa a la influencia estadounidense y su impronta, lo que es bueno para Estados Unidos es bueno también para los demás. El escenario institucional de la remozada hegemonía es la OEA, marco que barniza de legitimidad a la injerencia imperial en la región. Al decir de Pablo Neruda, cada cien años despiertan los pueblos del norte al sur de esta América Latina y Caribeña abogando por la multipolaridad, la paz, respeto a la soberanía de los Estados y las diferencias de regímenes políticos, con observancia del Derecho Internacional y la solidaridad entre los pueblos del mundo.
Francisco Rodríguez
Politólogo y analista internacional
Para enriquecer esta temática, puedes dar tu aporte a través de contacto@ivpa.gob.ve