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Es muy común encontrar hoy en día el termino economía digital en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana; es decir, se ha “viralizado” #economiadigital y lo asumimos como la nueva forma de relacionarnos en un mundo dinamizado por la economía. Nos han dicho, en palabras de la CEPAL (2013), que “La economía digital está constituida por la infraestructura de telecomunicaciones, las industrias TIC (software, hardware y servicios TIC) y la red de actividades económicas y sociales facilitadas por Internet, la computación en la nube y las redes móviles sociales y de sensores remotos”.
Lo digital se resume en la cantidad y calidad de insumos tecnológicos asociados a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), a cuán veloz sea la red de transporte (4G, 5G, 6G), las capacidades de mi terminal (memoria RAM , procesadores de 4 u 8 núcleos, etc), los puntos de venta (que finalmente son terminales), los criptoactivos (monedas virtuales), wallets electrónicos, bolsas virtuales y, por supuesto, las redes sociales digitales, así como cualquier otro mecanismos de intercambio de información (nube, big data,etc).
Hasta aquí todo pareciera muy bien, mientras más juguetes y adminículos (cosa pequeña y simple que se emplea como ayuda para algo) basados o para el uso de las TIC incorporemos a la sociedad y consuman los individuos, más se podrá tener acceso a las grandes ventajas de esta economía digital, así podremos formar parte de ese fabuloso ecosistema.
Como estratégica de mercadeo, es muy bueno verle desde la perspectiva del desarrollo de objetos útiles, las cosas tienen otro cariz cuando las vemos desde la perspectiva del poder y el control, ahí es que se pone bueno, pues empezamos con el detalle de la letra pequeña, y es que la economía digital se basa en impulsar el consumo mediante las TIC, con el consumo desenfrenado de cualquier cosa hecha en cualquier lado. Tanto es así que la Chevrolet diseñó un sistema que te permite comprar hasta el propio vehículo, estamos abiertos al mercado y al consumo más furibundo en todos los espacios de nuestra vida. Si a esto le sumamos los algoritmos de inteligencia artifical (IA) diseñados para conocer nuestros hábitos e inferir qué debemos consumir y qué nos deben vender. Queda claro que los dueños de las grandes corporaciones transnacionales, por tanto, quienes detentan el poder económico y, en general, todos los actores y directores de este poder, tienen un claro control de nuestras vidas y nos convertimos en un sujeto educado y direccionado para el consumo no útil sino voraz y globalizado en su ser.
Otra arista de interés es que en el mundo de la economía digital, soportado en la redes sociales digitales, los grandes dueños de los nuevos Mass Media o nuevos medios de comunicación de masas quienes coincidencialmente son los dueños de las plataformas de redes sociales, deciden cómo y hacia dónde debe orientarse el modelo de desarrollo económico, no ya de una empresa, sino un país, región o continente. Basta con ver el caso Venezuela y el daño que hizo a la economía el portal Dollar Today, o cómo todo el manejo mediático que ha llevado el conflicto en Ucrania ha servido, por un lado, para afectar el valor de las monedas virtuales (Bitcoin, Monero, doggycoin y un largo etc) y, por otro lado, sirvió de cortina para que el gobierno de EEUU interviniera en el mundo de las monedas virtuales, a fin de controlarlas y así garantizar su poderío económico, lo cual se logra mediante el control del poder político, a través de los “medios sociales digitales”.
A lo antes señalado, hay que sumarle que todo el ecosistema, montado en torno a las criptomonedas, también actúa como dinamizador, por un lado, de una economía que genera riqueza a partir de la nada, ya que la “actividad productiva” se consolida mediante el minado de las criptomonedas, juegos, reproducción de material efímero y recurrente, pero que no aporta nada a la sociedad; no es el resultado de la trasformación creadora sino de consumo de electricidad y más nada.
Como corolario, el mundo de las criptomonedas, paradigma de la nueva economía digital, sirven para el desmontaje de los Estados-Nación, ya que esta monedas virtuales no responden a ninguna política de Estado, las controla y define el capital financiero especulativo internacional; sin embargo, afecta directamente a los Estados donde operan.
Como si esto no bastara, el modelo de la economía digital ha incidido de manera brutal en los ámbitos laborales, modificando los espacios y formas de relacionamiento obrero-patronal, permitiendo la eliminación de la contratación colectiva y trasladando al trabajador los costos de los medios de producción (equipos informáticos, internet, instalaciones laborales), así como jornadas de trabajo en todo momento por el mismo precio, a razón de Teletrabajo.
Podemos, pues, decir que la economía digital ha servido para fortalecer el rol del gran capital trasnacional, fortalecer los sistemas de explotación y desarticular el tejido social fundamental para impedir cualquier organización transformadora de la sociedad, convirtiéndonos en grandes consumidores compulsivos de TIC y productores de vacío, fortaleciendo con ello los mecanismos de alienación y control social, sirviendo, sin atisbo de duda, de correaje para la globalización cultural, el pensamiento único y el control por parte de los dueños del poder y sus acólitos: el Gran Hermano es real.
Economía digital para el cambio estructural y la igualdad 2013) CEPAL.
En https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/35408/1/S2013186_es.pdf
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