14 julio, 2020

Miranda y el comienzo de nuestra lucha contra los imperios | Por Carmen Bohórquez

Si bien la historia de la humanidad se ha desenvuelto en su mayor parte en medio de guerras entre poderes por el dominio y control de territorios, de mercados, de riquezas y hasta de imposición de religiones, o de pretendidos procesos civilizatorios, era de suponer que tras 3 millones de años de evolución el ser humano habría de comportarse a estas alturas de su historia de manera bastante diferenciada de aquellos tiempos llamados primitivos, donde no parecía haber otro sentido de la vida que dominar por el terror. Al parecer, ni el Renacimiento, ni la Modernidad, ni la creación del Estado democrático por encima de las monarquías absolutas, ni la formulación de un Derecho de Gentes o Derecho Internacional que debía regir las relaciones entre los pueblos y poner fin a toda Guerra de ocupación, despojo, dominio o explotación desde pretendidas superioridades divinas o terrenales sobre pueblos considerados inferiores, han contribuido a convertir al ser humano de hoy en el ser más perfecto de la vida planetaria, como se supone debería ser.